Antes de la pandemia, al mediodía Vila llegaba a su taller, todos los días sin excepción.
Jornadas de ocho horas, de lunes a viernes.
Esta rutina se interrumpió durante año y medio, con excepción de algunas tardes soleadas en las que visitó su taller.
Esta es una de las tantas conversaciones entre Pincho y Ernesto, en esta cámara en mano, y sin pretensión de ser un Monitor, se convirtió en un testimonio mas de la forma de pensar y ver de Vila.