Hugo López Chirico empezó a pintar en 2018, a sus 82 años, después de un largo recorrido por la música como director de orquesta, pianista, docente y autor de libros. Había dirigido la Orquesta Sinfónica Municipal, la Ossodre y la Filarmónica de Mérida, en Venezuela. La iniciación en la pintura ocurrió unos meses después de un infarto, en el encuentro con un Delaunay y "un azul increíble", y con una llamada a su amigo Miguel Battegazzore.
El maestro López Chirico venía transitando por las artes visuales desde décadas atrás, en la escultura. Su primera obra, de 1973, realizada como reacción al golpe de Estado, fue vista con entusiasmo por su amigo Germán Cabrera, quien le auguró que seguiría creando, como ocurrió. En 1989 llegó a la expresión gráfica a través del recurso didáctico que usó para sus clases de historia de la música. Fotocopiaba partituras, las yuxtaponía en grandes "pancartas", y con colores destacaba la estructura de la pieza. La diagramación del tiempo (que estaba en la música) se transformaba en una diagramación en el plano (en el gráfico resultante). De una expresión fundamentalmente diacrónica como la música, pasaba a una fundamentalmente sincrónica (aunque, aclara, diacronía y sincronía son rasgos predominantes, no absolutos).
Menciona músicos que encontraban vínculos entre sonidos y colores (Olivier Messiaen, Antonio Mastrogiovanni). No es su caso, de todos modos; Hugo no hace un "análisis molecular" de correspondencia entre notas y colores, sino "estructural", el color sigue a la estructura de la composición musical.
En nuestra charla en su taller menta a artistas admirados, en la música (Beethoven, Chopin, Roussel, Ravel, Debussy) y en artes visuales (Monet, Cézanne, Chagall, Figari, Bonnard, los Delaunay, el escultor Naum Gabo). Recuerda con admiración a sus maestros de dibujo en su Melo natal: Violeta Varela Escofet ("escultora magnífica", con una obra transgresora); el "fantástico académico" Puig, el maestro Américo Espósito.